sábado, 28 de mayo de 2011

Romance



He estado cosiendo sueños
en las sienes de los muertos,
también bordando recuerdos
que me lleven a tu puerto.


He estado tejiendo noches
y nostalgias de silencios
para no olvidar tu nombre
entre la luz de mi cuerpo.




Music on: Ne me quitte pas - Nina Simone
Quote: "La sombra no ha traído la paz" J. L. Borges
Reading: Sexus - Henry Miller

sábado, 21 de mayo de 2011

Vieja misiva perdida en el tiempo.

Cuando tenía unos 15 años solía escribir cartas, bueno, las escribía desde antes, pero a esa edad fue que se tornaron en epístolas largas, con forma y estructura digna de los grandes escritores que intercambiaban correspondencia por allá del siglo XVIII o XIX. Bien escritas, contundentes, con variedad de temas y siempre escritas a mano (aun teniendo máquina de escribir y poco después, computadora); la última carta de ese estilo la escribí en diciembre del 2008. Fue a mano, por supuesto, producto de varios borradores y horas de intentos; iba en hojas blancas texturizadas con motivos de naturaleza muerta, escrita en tinta negra y de cuando en cuando intercalaba frases o citas de algunos libros, canciones, diálogos de películas que se adecuaban al contexto y sobresalían por un tipo de letra y color distintos. Fue una carta de amor y todavía algo de esperanza; una vez que llegó a su destinatario perdió todo sentido, se convirtió en la misiva representante del desamor y de todas las cosas que lo acompañan: finitud inescrutable, arrepentimiento, lágrimas y, finalmente, decepción. Semanas después desaparecí por completo y el amor restante murió para no renacer jamás. Aquí la carta; si la pongo ahora es porque pienso que tiene algún tipo de valor literario, porque es prueba de las grandes cartas que solía escribir y porque ahora, con el Twitter, el Facebook, las prisas y, en general, la falta de destinatarios inspiradores, no he escrito más.

En mi mente he escrito esta carta un millón de veces…


Es que pensé que si dejaba pasar algo de tiempo, tiempo, tiempo inacabable en nuestras manos y nada con qué llenarlo sino con mentiras… si dejaba pasar algo de tiempo, podría aclarar la mente y terminar de entender las cosas.

Sin embargo lo único que tengo es la incertidumbre que no se va y si existe duda no es por mi causa ni por mis lagunas. Sé que te amo y aún sufro porque no estás, porque no entiendo bien la razón de tu desaparición. Ahora sólo me muevo a través de teorías que no me confirman nada, que me angustian y que nada me dicen sobre ti.

Al menos el tiempo me ha hecho saber, demostrado a fuerza, que no debo esperar respuesta de ti, que, aunque dependa de tu boca para tomar un camino, debo dejar de morir en vida y debo seguir pues seguramente, lo único que me otorgarás es el silencio de siempre. Hoy es día de muchas estrellas en el cielo, al menos así promete esta tarde triste que una palabra humana salvaría.

Tanto que decir…

Y más que decirlo a ti, lo necesito decir a mí, a mí para cerrar este ciclo tortuoso al que no le veo razón; es necesario cerrar para seguir adelante en esta estúpida vida sin sentido, absurda, condenada a la soledad y al mismo destino ineludible de despertar cada día, de las noches que se ciernen bajo la amenaza de otro amanecer plagado de lo mismo.

En realidad, todo esto que escribo es porque no entiendo nada y porque aunque no entienda debo dejar de torturarme así por ti, por un fantasma, por una imagen bucólica inasible y un recuerdo. Porque a veces siento que amo a alguien que ya no existe; sigo enamorada del hombre que me llevó flores y no me arrastró a un hotel para coger nada más. Y ese ya no eres tú; amo esa idea de ti, ese recuerdo, a ese que dijo que no me lastimaría, no al otro, al de ahora, el que me corta de su vida en un mensaje.

¿Qué salió mal? Eso es más sencillo de responder: yo necesitaba demasiado, creí más de lo debido, esperé y construí un futuro feliz a partir de una palabra tuya; yo necesitaba a alguien que me diera su tiempo y tú necesitabas alguien que entendiera que tiempo era lo que tenías menos.

A mí la promesa del amor no me fue suficiente… y entonces, te fuiste, ese es el hecho: no quieres saber nada de mí. Te has confinado al silencio y a la desaparición voluntaria; la causa, ya lo dije, la ignoro aún y casi aseguro que jamás la conoceré. Yo aún necesito lo mismo: eso que en ti no encontré y mucho me temo no encontrarlo en nadie más, por lo mismo, porque TODO pasa y termina, porque por más terrible que sea aceptarlo, lo único cierto es que todos somos los mismos y tenemos el mismo destino insondable, todos iguales y el amor tan ciego.

Teorías, muchas teorías y ninguna certeza. Eres inteligente, lo sé, tanto así que incluso pienso que tú bien sabías a dónde iba todo esto, cuál sería mi respuesta cuando escribiste “creo que lo nuestro a (sic) terminado.” Intuyo que ya suponías que de todos modos se terminaría, intuyo que ya sabías cuál iba a ser mi respuesta, que yo no sería lo suficientemente valiente como para terminarlo y que por lo tanto tenías que ayudarme.

Y es cierto… dos semanas antes de ese mensaje, llegué a tu casa convencida de terminarlo todo, pero te vi y no pude, viniste a mí con tu disfraz de Apolo e ignoré que en realidad eras Lucifer; entonces me besaste y de nuevo me tuviste a tus pies.

Es cierto también que en ese estar y no estar contigo habían muchos detalles que me volvían loca y me lastimaban, pero aún así el amor era tan grande que me impedía apartarte de mí porque me sé incapaz de ignorarte. La duda empieza cuando a ti te resulta tan sencillo cortarme definitivamente. Eso es lo que me hace dar vueltas y vueltas en la cabeza y es lo que más me angustia porque es lo que menos entiendo, es ese no saber la razón por la que me trates como una extraña, es decir, ¿cómo puedes hacer eso? Honestamente, ¿cómo lo haces? Si me conoces demasiado bien, conoces mis caras, mis lágrimas, mis palabras, conoces mi pasado y mi cuerpo como si ya fuese parte de ti. No entiendo. ¿te duele acaso? No sé si alguien tan malvado sea capaz de sentir dolor, y entonces huyes, huyes de mí igual que huiste de tu amada Thelma y me lastimas igual que a ella con tus silencios y tus estupideces. No puede ser. ¿Cómo? ¿Cómo le haces eso a alguien? Eso, eso en especial es lo que menos entiendo, es lo que necesito saber. Ah, pero también sé que debo salir de esto aún sin saber, porque así de perra es la vida.

Y ¿sabes? Ese día, el de tu dichoso mensajito, me cortaste las alas de tajo y sí, yo decidí dejar de volar, como si renunciara a ellas por voluntad, porque una parte de mí sabía de que todos modos no estábamos volando juntos. Había cientos de proyectos en mi cabeza que jamás te pude decir porque ya no estabas, tenía planes para nosotros y ya desde hacía un tiempo, tú no estabas dispuesto a acompañarme en ninguno de ellos. Y aún a pesar de eso, jamás pensé perderte… así, como quedar cual dos desconocidos que transitan por las arenas del tiempo en donde haber coincidido en momento y espacio de nada sirve. Perderte duele, despertar duele.

Así fue que vi nuestro fin desde antes; i saw our end and it will come. Recibí tu último mensaje y no pude llorar, al contrario, tuve un halo de tranquilidad inexplicable. Te lloré desde antes, demasiado, desde que supe que el sueño construido por tus palabras se estaba derrumbando, cuando vi que el amor que me dabas no era suficiente, cuando tu ausencia se clavaba en mi piel como millones de dagas. Ahora sólo lloro un poco hacia dentro y así trato de llenar el vacío creado por las ilusiones rotas.

Yo quería la eternidad y que nos amáramos siempre; estaba dispuesta a renunciar a todo por ti, a casarme contigo y a tener a tus hijos. Me cambiaste mucho, sólo con una palabra ya era tuya. Ah, pero todo termina y las promesas son sólo palabras que arrastra el viento.

La verdad es muy fea.

Quizá podrás pensar que NO te amo ya en absoluto, que si lo hiciera habría ido a tu casa a decirte que no te librarías de mí, habría ido a recuperarte y a hacer funcionar las cosas. Y en cambio vengo a ti para cerrar definitivamente este ciclo de dolor derramado, porque necesito curarme del amor que pasamos pues ha sido muy dañino para mí ese “estar” sin que en realidad estuviéramos, porque prefiero no ser a ser a medias, porque definitivamente, esto que tuvimos no es para nada mi idea de una relación feliz, pues éramos solo un par de personas que apenas hablaban y nunca se veían y porque no soy lo que buscas o necesitas.

La última vez que me aventuré a hablarte a tu celular lo hice con la idea de no darte esta carta, de decirte, al contrario, que no era necesario que nos pusiéramos en el plan de víctimas, que era absurdo estar así si nos amábamos tanto, porque sé que me amas y yo a ti, que no te iba a dejar esfumarte de mi vida… pero otra vez no contestaste y esa fue mi señal para seguir adelante con todo esto, porque ya no vi manera de reconstruirnos, porque no merezco dar todo lo que soy a cambio del silencio de alguien que me trata mal, porque quien da la mitad, no quiera el todo, y mientras me la estás allá haciendo, sabe que estoy haciendo la deshecha. De lo que sucedió en Messenger, ni hablarlo, esa fue la prueba de que no tenía nada más que buscar.

Y no es falta de amor.

Yo te amo tanto, igual que siempre y hasta más. No hay otra cosa en mí que no sea amor; no hay enojo por tu causa ni odio hacia ti. Hay sólo amor y un poco de tristeza porque no podemos ser. Te amo desde que me besaste por primera vez, te amo pero no estoy dispuesta a entregarme y seguir en una relación que no me da lo que quiero e incluso entiendo que ahora la distancia es necesaria, pero ¿desaparecer por completo? Yo no puedo desaparecer o pretender que no te conozco. Hemos de encontrarnos un día, y odiaría tenerte que ver como un simple extraño; yo no puedo renunciar a una parte de mí. ¡Explícame! Mi estúpida esperanza aún me dice que si en tu respuesta hay amor, aún podría arriesgarlo todo de nuevo… y en silencio te grito: ámame, lo has destruido todo, pero si me amas, podrá ser restaurado bajo una nueva forma, ¡ámame! Pero tu respuesta es silencio.

Cerrar ciclos es difícil pero es pertinente; cierro el ciclo de la relación imposible que tuvimos, no la amistad que espero aún exista y el ser que somos. Cierro el dolor tortuoso, no la alegría que me diste. Cierro pero aún quiero entender y saber si hay más, saber que no soy parte de las estirpes condenadas a cien años de soledad que no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra. Eso o dime que no hay tal, que nos veremos la cara, tal vez en otra vida, donde los dos seamos gatos, o algo así.

¿Y sabes cuán absurda soy? Todavía te busco en mi cama y tardo un poco en recordar que no estás conmigo y que nunca más lo estarás; aún pienso que todo esto fue una pesadilla, aún creo, a veces, que estamos juntos y que podemos ser felices; pero esas son puras creencias pueriles, creencias que con el tiempo se irán, como se ha ido todo lo tuyo de mis manos.

Tengo un horrible presentimiento: me olvidarás, si no es que ya lo has hecho, terminarás de leer esta carta e irás a platicar con cualquiera de tus mil amiguitas que te adoran y a las cuales les escribes cosas lindas. Así será, este amor no será sino un episodio rosa que, fuera del recuerdo de ambos, desaparecerá por completo en unos días. Eso es lo que soy para ti, lo sé y lo acepto.

Yo también, espero curarme de ti en unos días, ya te he entregado todo el amor del mundo y sí, esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

Ojalá no me otorgaras sólo tu silencio. Estoy lista para no recibir nada más, pero te pido que no me des sólo eso.


Te amo.


Music on: Fake empire - The National
Quote: No me callo porque callar es la muerte - Carlos Monsiváis
Reading: Sexus Henry Miller

viernes, 13 de mayo de 2011

Escaleras contradictorias y punto final


Un improvisado encuentro es el cenit de tu tan buscado “entender”. Entender muchas cosas.

Evidencia mordaz irrevocable: separados, distantes, inconexos, sumidos en mentiras que ambos conocen y que no pueden ya creer como verdades, solos en compañía como dos náufragos sin esperanza de hallarse amigos en un puerto único.

Tan sencillo era, tan sencillo: verlo después de postergar el encuentro y decir que no, mandarlo de regreso a su casa después de un beso apasionado que se siente extrañamente casto. Decirle “he escrito de ti” para que se lo tome otra vez a broma y después decir otra vez que no. Y luego entender —casi en plenitud— que la vida no puede esperar inmutable como un cuarto amueblado empolvándose mientras decide volver, que el tiempo ha sido sabio y que el amor —¿qué remedio?— ha quedado corto. Gran descubrimiento… Entonces lo observas todo con los ojos bien abiertos. Poco a poco deja de doler e intuyes que eso es una buena señal, una pizca menos de dolor para atormentar el alma y hundirte en la incertidumbre.

De esta manera resulta más sencillo no escribir mensajitos, ni postear tonterías en su facebook (ni siquiera entrar a su facebook), se hace más fácil pensar que se puede seguir adelante sin su sombra pendiendo de tus hombros como si fuera la propia, que en fin, son posibles muchas cosas.

A lo largo de esos días de suspensión sobre su persona has recordado constantemente el extravío de sus ojos, el silencio impenetrable, el beso que está y a la vez no está, el alejamiento, el no-se-qué que te da el verlo y que al final por una u otra cosa termina en un derrumbamiento, la mentira, la mano que no se siente segura, la confusión. El recuerdo de todas esas cosas legitima la realidad. Así, no tendría por qué ser complicado.

Punto final. La decisión que esperas sea definitiva. Las certezas: saber que lo inamovible existe, que el pasado es un recuerdo precioso pero que no sustituye el tiempo presente que es, que está siendo y que no se puede vivir sólo de ideas y sueños a desplomarse con el mínimo susurro del viento a la luz brillante de la realidad. No.




Music on: All yours - Metric
Quote: "Crear la leyenda que pudiera colocar la llave que abriese su alma" Henry Miller
Reading: Sexus - Henry Miller

sábado, 7 de mayo de 2011

Dejar pasar, dejar hacer

Podría escribir todos los días sobre el impacto que me provoca la finitud de las cosas. Sé que así tiene que ser, que no hay remedio y sin embargo cada que sucede, cada que me veo apelada por esa maldita finitud todo se vuelve a derrumbar como si me hubiera llegado por sorpresa, como si jamás hubiera oído hablar de ella.

Hay quienes dicen que si la veo tanto y tan frecuentemente es porque la estoy buscando. Pero no es así, es sólo vivir con una certeza de algo y de que ese algo sea tan grande que no se puede evitar. ¿De qué me serviría estar elaborando quimeras mentales si ya conozco la verdad? Yo concluyo que cuando la situación se sale de control hay que dejar pasar y dejar hacer y con eso evitar la lastimada.

La pregunta entonces radica en optar por ensoñarse con las cosas conociendo su finitud o conociendo su finitud decidirse por cortar su flujo, apresurar el inclemente e inevitable tajo, adelantársele al destino, por decir algo, tomar las riendas de lo que sabemos acabará y terminarlo con nuestras propias manos para quizá pensar que tenemos el control sobre las situaciones.

Yo opto siempre por dejar que las cosas fluyan, dejar que se den, que sucedan, hacerlas suceder mientras esté en mis manos y postergar el momento del fin sin olvidar que habrá de llegar. Siempre he tratado que el fin no llegue por mí si no por los demás, así pienso que efectivamente duró lo que tenía que durar. Casi siempre lo logro, casi. Dejar pasar, dejar hacer.

Pero vuelvo a lo mismo, a pesar del pleno conocimiento del desarrollo de las cosas, existe una cierta incertidumbre, un sutil dolor al ver cómo todo se derrumba. He mantenido la sangre fría, sin congoja ni problema, casi siempre, pero, ahí va el pero otra vez, esa maldita finitud de todo me taladra irremediablemente y me suspende en desasosiego.

Uno no es dueño de todas las circunstancias. No he encontrado otro remedio. Sólo dejar pasar, dejar hacer.

Music on: Invierno - Vivaldi
Quote: “Toda mi lucha fraudulenta procedía de no querer asumir la promesa que se cumple: yo no quería la realidad.” Clarice Lispector.
Reading: Sexus - Henry Miller