jueves, 29 de julio de 2010

El viaje



Odiseo es la figura que se convirtió en epítome del viaje, lanzándose a la aventura con la promesa de regresar a casa con su amada. Más allá del tópico literario, el viaje es sinónimo de cambio, principio y fin, transmutación de relaciones y momentos; también es una extraña conciencia de habernos sido otorgada una segunda oportunidad. Dicen que en el viaje uno se reencuentra con partes de uno mismo que creía perdidas, abstractas o ausentes. El regreso, que se considera inevitable como parte del viaje, tal como Odiseo nos lo dirá, implica una forzosa diferente visión de lo abandonado.

Escúchame bien, amor. Estoy rascando fuerza de voluntad en las entrañas y en las lágrimas, medio enceguecida por la brillante verdad, me encamino a un viaje incierto hacia un lugar que no conozco, que tampoco deseo porque no estás tú. Mucho exotismo se dice de los viajes, pero qué me pueden decir a mí que en el instante de la partida encuentro los pasos como vértigos y abismos inevitables. Otra vez no estás tú. Debo irme.

Todos nos transformamos en el viaje, también los que se quedan, como Penélope, tejiendo la eternidad con sus manos para ocultar el tiempo cernido sobre su piel. Todos cambiamos porque todos estamos viajando constantemente. La vida misma es un viaje, es un pretexto para salir a caminar otros pasos y encontrar nuevas cosas. Se viaja a veces más en tres días de intimismo que en un año de ausencia. Siempre se está viajando, pero poco nos damos cuenta.

Así es como funciona, escucha: la mente se abre como un camino infinito y no se sabe hacia donde, pero se va andando. Hace unos días viajé físicamente, lejos de tí, huí del smog, la lluvia y el ruido, pero nunca me alejé totalmente de ti. Estuve como Penélope, esperando algo ido, sin darme cuenta de que la que había partido era yo porque así tenía que ser. Es sólo que se siente extraño ser yo la que se va, aunque ahora que lo pienso sólo me fui porque tú ya te habías ido y no tenía a nadie por quién aguardar la noche o sostener el silencio.

Tanto que se escribe durante el viaje que podría ser el inicio de una verdadera epifanía. No siempre es así. En mi mente voy caminando por una oxidada vía de tren, en mi alma sé que debo ir hacia delante, siempre, sin claudicar. Detrás de mí se encuentran unas huellas que ya no reconozco, quiero dejar de que me pertenezcan, dejar de ver en ellas una parte de mí, no voltearé. Lo que hay atrás lo conozco lo suficientemente como para no olvidarlo y para no regresar sobre él.

Te digo esto una última vez: escribo desde el silencio, y desde la distancia que cada día se hace más certera, digo que no quise cambiar pero tuve que hacerlo porque te adelantaste al proceso, lo cierto es que ni me pude quedar atrás ni logré alcanzar la velocidad de tu movimiento. Pienso que simplemente estamos caminando hacia lugares distintos y que cada uno viajará con la dirección que mejor convenga a sus pasos. Establezco un límite, a partir de aquí no hay huellas que me acompañen.

Muchas cosas suceden en el viaje, pero más suceden por la ausencia. Penélope cambió tras los veinte años en que Odiseo estuvo ausente, lo cierto es que uno no puede tejer y destejer eternamente, ella bien sabía que nada sería igual. ¿Por qué habría de serlo? El reconocimiento físico de un viaje es sólo inicio de otro, abre la paradójica situación de cambiar y al mismo tiempo ser los mismos, conservar la misma esencia. Penélope espera por la redención, Odiseo matará a sus pretendientes y a pesar del tiempo, el equilibrio regresaría brevemente. Pero ¿acaso Penélope no deseó también viajar? Yo viajo hoy, porque aunque el regreso no sea del todo placentero, tengo que buscar, viajo hoy, porque no tengo nada que tejer, ni por quien aguardar y sobre todo, porque ya no puedo esperar. 



Music on: Right to be wrong - Joss Stone
Quote: "En nuestros locos intentos, renunciamos a lo que somos por lo que esperamos ser" Albert Einstein
Reading: Sobre héroes y tumbas - Ernesto Sabato

sábado, 24 de julio de 2010

No habrá canción de amor


Let us go then, you and I,
when the evening is spread out against the sky
like a patient etherised upon a table.
T.S. Eliot


Vayamos a poblar el desierto de los nombres,
desvistamos el cielo de falsedad y luces muertas
busquemos otro país de nubes y agua.

Con los muebles viejos de la casa
hagamos un árbol
con un tronco tan grande que no alcancen nuestros brazos
a rodearlo
vistámoslo de piedad y luz
démosle ramas que sean corazas de acero
para hacerlas guardias alertas de nuestros cuerpos.

Con las sobras del dolor construyamos un templo
donde el piso guarde un silencio eterno
que haga sonar sólo el andar de la muerte
y el eco de tu nombre reavivando mi lamento

¿Encontraré tu mano entre el desierto?
¿Repararé mis entrañas a tiempo?
¿Por qué me pasa que amanezco 
y no hay nada junto a mí sino tu hueco?

Vayamos a romper la arena que cuelga del techo
sequemos la sangre de nuestras orillas
sin llegar a la costa del recuerdo.

Y que nadie sepa que es sólo el sueño lo que tiene sosegado
al monstruo del intelecto.

Hemos vagado a través de todos los cuartos del océano
aspirando a ratos la voz de las sirenas que nos cantan a lo lejos,
entonces escuchamos el eco de una voz humana aquejando
nuestro ensueño.

Despertamos
y nos vamos hundiendo.


Music on: You and I - Michael Bublé
Quote: "que pierdo una sombra, un sueño más"
Reading: Sobre héroes y tumbas - Ernesto Sabato

jueves, 15 de julio de 2010

Dormir, mejor morir, pienso.

El presente se ha deslizado de nueva cuenta en la cornisa de la eternidad, mi nombre está atrapado con espinas, lejos de ti, la habitación se ha convertido en un limbo, me ahorcan cadenas gruesas, mientras cientos de gusanos salen del fango para rodear mis pies. A ratos sueño con que en el martirio de la ausencia los dos estamos abstraídos del instante y que hemos encontrado un lugar donde todo lo bueno es para siempre. Dormir, mejor morir, pienso.


No sé nada de ti, tampoco me consuela saber que si supiera podría estar mejor. Estoy sola en nuestro cuarto mutado ya en cueva de nostalgia, la muerte acecha desde atrás del espejo, esperando por mi inanición. Llevo días gritando al silencio que nada de esto es verdad. Furiosa, harta de la oscuridad me convenzo de que cuando el tiempo se deshaga en el amanecer, tendré tu rostro durmiendo a mi lado, que seremos felices, solamente porque es posible. Lo evidente me destroza.


La verdad nunca ha sido piadosa conmigo. En estos días de luto involuntario la única verdad que sé está contenida en todo lo que ignoro; de noche llueven palabras desde el techo de la alcoba, dicen que debo irme, que es momento de abandonar, que la espera es un fantasma que se agranda mientras más te aguardo y que el hueco en la cama se hará más y más profundo hasta que caiga en él sin salvación alguna. Todas esas cosas las sé. He visto cómo se alarga la sombra del armario, día tras día se acerca más a mis dedos. Tu lugar ausente es ya más grande que mi cuerpo. Pero todavía no me decido a cortar la espera. Dormir, mejor morir, pienso de nuevo.


Ahora la sombra me alcanza. Otra vez siento una lágrima de sangre escapando por mis ojos. Sé que el corazón, por fin, se ha deshecho y que está escapando gota a gota de mi cuerpo para teñir el profundo abismo a mi costado. No piensa, sólo ama sin remedio y cree que ahí habrá de encontrarte. Desplomada  por el peso del recuerdo, no me restan fuerzas para detenerlo.


Music on: Her eyes underneath the ground - Antony and the Johnsons
Quote: "¿Qué llenará mis ojos, al abrirlos / desde el fondo del miedo; de qué trémula / boca salió la lengua que me lame?" Rubén Bonifaz Nuño
Reading: Imán para fantasmas - Francisco Hernández

viernes, 9 de julio de 2010

La soledad, esa sombra de uno mismo.

He leído a Francisco Hernández una y otra vez en las últimas semanas; he llegado a soñar con amaneceres putrefactos, mundos cíclicos terribles y paisajes desolados. No me canso. La derrota me llama constantemente. Como el mismo Hernández, entiendo que el poeta es un enfermo que si no escribe con avidez la enfermedad lo carcome más dolorosamente. Esta noche estoy sola, mi único fiel cofrade es el libro de poesía que ni siquiera es mío y que pronto debo devolver a la biblioteca; también estoy derrotada, hundida en ese abismo sobre el que generalmente estoy transitando, con curiosidad, cuidando de no caerme. Pero he caído, sin darme cuenta. Esta noche rescato un poema de Hernández y digo que yo soy esa voz que se acepta derrotada. Poco a poco se me irá descomponiendo la esperanza y haré a un lado el recuerdo del reino:


No visitaré el reino esta mañana ni pasado mañana y tal vez nunca. No buscaré mis pasos por el solar sombrío ni escucharé a los cuervos picotear esmeraldas alrededor del foso. No seguiré el curso del torrente con la bandera en alto ni ensartaré a los peces de vísceras hinchadas que llegan a la orilla.
No estaré para levantar la tienda bajo la vibración de las colmenas ni mi corazón será turbado por la memoria de tu cuerpo desnudo.
Allá, en el reino, otras manos amasarán la lluvia con la ceniza que llena el sayo de los muertos.
Allá se harán pedazos los íconos, uñas ajenas adormecerán los muslos de las parturientas y las mejillas de los niños serán pasto de esos pequeños monstruos que vuelan en parejas, conducidos por un ejército de piojos. No volveré a tocarte. Tu nombre ya no pronunciaré.
Aquí, sobre la espalda de un combatiente que agoniza, aceptó la derrota y esta imbécil nostalgia por el reino.


Music on: Nichts Bewegt Sich - Lacrimosa
Quote: "La felicidad es siempre clandestina" Clarice Lispector
Reading: Sobre héroes y tumbas - Ernesto Sabato

lunes, 5 de julio de 2010

Laetitia

Nunca me dijo su nombre, sólo que no le gustaba y que yo podía nombrarla como quisiera. Apareció un día de invierno en la orilla del espejo, es una niña de eternos nueve años que viste un vestido blanco y usa un moño grande en la cabeza, tiene una memoria prodigiosa y en su cabeza se almacenan recuerdos de toda la vida que ya vivió y que no quiso continuar, dice que prefirió volver a ser niña y no llegar a saber nada más.

Yo la llamé Laetitia, el nombre de la alegría, en latín, aunque en realidad la niña eterna no suele estar alegre, quizá es la única cosa que no recuerda. La niña es agradable y sincera, no hace ruido nunca y se queda casi siempre de aquel lado del espejo en silencio.

A veces platico con ella. En su cuerpo de niña guarda la sabiduría de un anciano y la experiencia de toda una vida. Cuando recuerda se nublan sus grandes ojos claros, pero nunca me deja ver las lágrimas que de ellos salen por las noches. Sé que ha llorado porque al amanecer su piel está más seca; le toma días recobrar la humedad que roba del vapor que se escapa de mi cuarto de baño o de las plantas que descansan en la puerta de la entrada.

Anoche la encontré encogida en la esquina del espejo, más pequeña y más sucia. Me dijo que su padre acababa de morir, y que se arrepentía mucho de no haberle hablado nunca, ni desde que supo que la enfermedad lo estaba consumiendo. 

Laetitia estaba contándome mi propio destino. A mi padre nunca lo conocí, pero aquel hombre que hizo su papel hace años estaba ahora fuera de mi vida. Enfermó, yo tuve miedo y no quise ser responsable, finalmente, pensaba, es sólo un hombre que se acostaba con mi madre hace años y que ella decidió sacarlo de su vida.

Esta tarde murió mi padre y no hubo nadie que lo acompañara en su entierro. Laetitia, silenciosa como siempre, humecta su piel con las lágrimas que he llorado.




Music on: Muscle museum - Muse
Quote: "Las verdades aplastantes desaparecen al ser reconocidas." Albert Camus
Reading: crítica y hemerografía varia sobre Francisco Hernández