viernes, 29 de febrero de 2008

Y sin la literatura ¿qué?

A tres meses de conlcuir la larguísima licenciatura de Literatura y Ciencias del Lenguaje, me pregunto un poco (sólo un poco) a cerca de qué voy a hacer con el futuro y la angustia me entra de pronto también porque desde que empecé a estudiar a cada rato salía alguien que me decía: "Ah, literatura, y ¿para qué?" o "¿Y de qué puedes trabajar?" o peor aún "¡qué aburrido!"

Yo no me aburro para nada y no tengo necesidad de contestar con un para qué ni tampoco me preocupa sobremanera de qué puedo trabajar. Auqneu contestara, nadie entendería; al contrario, me siento bien de saber que a diferencia de otras personas cuyas visiones a futuro son meramente prácticas yo decidí estudiar lo que quería sin importar el incongruente futuro que me espera y sobre todo, que no me equivoqué al tomar esa decisión, com muchos otros que brincan de ingeniería a licenciatura y de una carrera a otra sin ningún fundamento sólido y que a veces jamás encuentran algo que les guste.

De cualquier forma, cuando alguien pregunta ese tan molesto para qué y yo trato de responder, lo que sea que responda no les es suficiente y lo sé perfectamente. Porque yo diría, bueno, para qué, pues para leer, para aprender de lo que dicen los libros, las historias y las formas porque la liteatura, por si no lo saben, no es sólo que alguien cuente una historia fascinante o haga una poesía desbordante de sentimiento; la literatura no es sólo de anécdotas sino de formas, intenciones, experimentación y de logar un dominio perfecto del lenguaje para decir la palabra precisa en el momento exacto. La literatura es ficción y realidad mezcladas en el limbo de lo desconocido, es vivir a través de otrs lo que no se puede vivir en uno mismo y reinventarse, vibrar con las historias y las formas, aprender y apreciar el lengjau de una manera jamás trabajada y perfeccionada. Pero claro que muchos no entenderían y segurían preguntando "¿para qué?"

Y sobre el futuro, sé que no me debo preocupar demasiado (nadie debería). Mi vida es lo más feliz que puede ser cuando escribo y tengo revelaciones sobre historias y formas fascinantes y eso me es suficiente para muchas cosas. La disciplina literaria es algo que no me cuesta perfeccionar, tengo maestros muy gandes que me han enseñado cómo hacer eso (Faulkner, Keats, James, Shakespeare, Miller, Lispector y muchos etc.); para mí, experimentar literariamente es mucho más fácil que una clase de pilates, por ejemplo, o que aprender a manejar. Es relajante, apasionante y libre; es otro mundo lleno de las posibilidades que este mundo real no alcanza a poseer, es crear, ser, vivir, posicionarse en el pedestal de los dioses y mover a voluntad a los demás hombres, ¿qué cosa más poderosa que eso?.

Todo eso para mí es la literatura, la creción mágica, la investigación de las palabras que otros han dicho y la manera de llegar al fondo de las cosas, las más mínimas intenciones: descubrir que Cervantes no dibujó a un Quijote loco sino a uno que estaba demasiado triste, leer un cuento de Lispector y saber que está narrando sensaciones y no acciones, releer a Miller una y otra vez y amar el existencialismo avant la lèttre por el cual hasta el momento no ha sido reconocido, sentir en Sabines las palabras que uno nunca habría podido decir pero que siempre pudo imaginar... En fin, ejemplos hay miles y de esos ejemplos vivenciales es que se alimenta mi vida.

Si no hubiera literatura en mis días tristes y melancólicos, en mis días algeres y radiantes, si no pudiera encontrar la poesía emanando del cuerpo de quien amo o de los ojos que le lloran, si no tuviera la certeza de una muerte bella gracias a los poemas de Quevedo, si no supiera del dolor y el misterio que vi en los cuentos de Allan Poe, si no supiera que el hombre va buscando siempre lo que nunca puede tener, como Oliveira buscó eternamente a La Maga... sin todo eso, sin conocerlo y analizarlo, no sería yo. Y estos años de estudio constante, desde la sangre negra de los heridos en la Ilíada hasta las mariposas amarillas de Macondo han sido una larga y plena actividad de disfrute y lo más importante, aquello que muchos temen poseer porque ya tienen demasiado, esto es, conocimiento del hombre y de las causas y principios que lo mueven.

Y esto me basta y me sobra... casi me hace totalmente feliz.

viernes, 22 de febrero de 2008

Proust y la búsqueda del tiempo perdido

Marcel Proust, junto con James Joyce, es uno de los grandes escritores del siglo XX. Su obra cumbre es precisamente Búsqueda del tiempo perdido, una novela dividida en siete tomos en los que el autor propone un viaje hacia la memoria y el recuerdo mediante inmersiones hacia el interior del ser humano a partir de lo cotidiano del mundo externo.

Se requiere un tipo de paciencia especial para leer a Proust, ya que la mayor parte del tiempo, a pesar de que su prosa es ágil, el lector siente que al estar en la búsqueda del tiempo perdido de Proust está perdiendo inútilmente el tiempo propio. ¿Por qué sucede esto? Bueno, se me ocurre pensar que el lector siente que el viaje de Proust sólo funciona para sí mismo ya que está conformado por una serie de divagaciones y reflexiones demasiado íntimas que el lector promedio no puede seguir con atención (y eso del lector promedio es exagerar pues que yo sepa sólo verdaderos estudiosos literarios se han aventurado a completar el viaje desde Por el camino de Swann hasta el Tiempo Recuperado).

Lo que Proust pretendía hacer (y esto es una percepción impresionista nada más) es privilegiar la memoria y vivir a través de ella. Ciertamente uno podría pensar sin más dudas que esto es en su totalidad, una gran pérdida de tiempo; sin embargo para Proust las cosas no eran tan sencillas; la memoria es una doble vida y el recuerdo exacto de las cosas permite no sólo recrearlas en el tiempo sino modificarlas y encontrar que en ellas existe un legado importante para el presente y el futuro.

Una de las ecenas más emblemáticas del primer volumen: Por el camino de Swann es aquella que narra el recuerdo producido en el momento en que el protagonista huele una magdalena (una especie de pan) y el olor de ésta le despierta el recuerdo del pasado y no sólo eso sino que transporta su pasado al presente y gracias a esto lo puede cambiar y vivir de otra forma.

A Proust le interesaba también el detalle y la descripción exhaustiva de las cosas; estaba convencido de que el recuento específico de los hechos y las personas también era una forma de reubicarse en el mundo actual. En un pasaje del tomo A la sombra de las muchachas en flor, Proust nos deleita con una descripción exhaustiva de tres muchachas que pasan por la calle y nos sumerge en el detalle de la anécdota haciendo que las muchachas no sean sólo un hecho o una descripción sino parte de la vida misma. Lo mismo sucede al explorar en el paisaje las catedrales cuyas torres se pierden a la distancia y gracias a la perspectiva muestran cosas diferentes a la vista y a la realidad.

Como dije antes, Proust es cosa de paciencia y más que de paciencia, de sensibilidad, del deseo de leer unas líneas y no sentir que el mundo de Proust es válido sólo para sus ojos sino que en la lectura el autor transmite ideas y sensaciones que recrean no unicamente su realidad sino la de cada persona que lo lea.

De esta manera, la Búsqueda del tiempo perdido es una búsqueda de nuestro pasado también y de un futuro no tan distante que se construye también, en buena parte, de recuerdos.

viernes, 15 de febrero de 2008

San Valentín y demás celebraciones insulsas

Días de febrero 14 van y vienen a través de los años. Muy pocos saben la historia del tal San Valentín y en realidad, mejor que no la sepan porque es muy cursi y tonta, aparte de llena de un sentimiento de moralidad católica y del debido milagro que en esta clase de historias pueden suceder: un mártir que se enamora y manda un recado de amor a su enamorada antes de ser ejecutado y que dice algo asñi como "soy tu Valentín" (una cosa así de horrible); de cualquier modo y como es de esperarse, lacelebración original de la fiesta se ha tergiversado hacia globos rojos de helio, bombones, rosas y una cantidad tan impresionante de corazones que resulta tan increíble que uno hasta se pregunta a dónde va a parar tanto papel rojo de desperdicio y el paisaje se torna alucinante, como un cuento de Cortázar.

No entiendo aún la necesidad de designar un día del año en especial para festejar algo que bien se puede demostrar todos los días. Aquí viene ya el cliché evidente: no necesitamos un día para recordarnos si nos amamos. Pero esa no es la cuestión; utlilizo el ejemplo del 14 de febrero porque es el que me resulta cercano, sin embargo, si nos damos cuenta, sucede exactamente lo mismo con muchas fechas.

Por alguna extraña razón, el hombre necesita legitimarse e identificarse con otros para sentirse bien, para reafirmar que tiene una conexión, una especie de asidero con su entorno y por eso inventa fechas especiales para identificarse con aquéllo que tal vez es pero que no reconoce constantemente.

Si ponemos atención, esa tendencia se ha hecho más y más pronunciada; si antes había día de la madre, día del maestro, día de la familia, ahora las celebraciones se han hecho más absurdas, de manera que tenemos el día de la familia, el día de las naciones unidas, el día de las montañas (sí, aunque no me crean, existe) y el día de la mujer (que se me hace absurdo porque es resultadod e un feminismo mal aplicado).

Muchas de esas celebraciones no tienen un origen claro y la gente no conoce su razón de ser, como el día del niño, por ejemplo, que se celebra gracias al Walpurgis realizado por las brujas, en donde era costumbre sacrificar a un niño para la comunión perfecta con el diablo. Y uno se pregunta la razón por la cual hay un día para todo y no sólo eso sino por qué es que nos dejamos llevar por hechos que no entendemos y festejamos sin saber ni pensar en si lo queremos hacer o no, nos dejamos llevar por la emoción (al menos sí una buena parte de nosotros) y ahí vamos a comprar chocolatitos envueltos en papel estaño rojo y en general, todo lo que se nos venda con motivos conmemorativos del día a celebrar.

No digo que seamos los Grinchs de las celebraciones, pero sí conviene pensar en la trascendencia real de éstas y del efecto que tienen en nosotros; también es válido dejarse llevar y aprovechar para ser muy cursis, eso yaqueda en cada quien, lo que importa es saber por qué se están haciendo las cosas y entender la condición primitiva del ser humano que necesita asideros de algún tipo, para legitimar y disfrutar su vida.

jueves, 7 de febrero de 2008

Hay tanto amor y ya es tan tarde

Es tan corto el amor y tan largo el olvido
Neruda

Tengo demasiado corazón para amar a muchos... pero sólo te quiero amar a ti. Y me guardo las palabras porque el tiempo de decir se ha ido, me abandonó como me han abandonado mis tristes esperanzas.

Siento que ya es demasiado tarde también para existir, para actuar y para cualquier cosa, más para decirte que te amo, para pedirte otra oportunidad. Te sueño de día y de noche y recreo tus besos dulces en mi cuello, mi respiracón tibia en tu boca y mi beso perfecto en los extremos de tus labios. Te sueño y espero que de pronto te me aparezcas en el camino, con tu mochila al costado, tus lentes y tus manos frías, y sólo eres un sueño ya, uno muy triste.

No sabes cuánto me duele el arrepentimiento que pesa en mis párpados cada que te miro y tus ojos jamás buscan los míos. Ya sé que soy una sombra amorfa en tu vida, una pesadilla; pero es que yo no puedo deshacerme de ti ni dejar de verte ni dejar de esperar eternidades por un beso, sólo un beso.

Es muy tarde para todo, y no importan mis heridas abiertas ni mi angustia constante, no importa que me duelas, que me duela cada gota de sangre. Es demasiado tarde, lo sé, tarde para la redención, para el perdón y el olvido, muy tarde para curarme del accidente de tu amor.

domingo, 3 de febrero de 2008

Déjame dejarme

déjame seguir haciendo poesía del sudor de tus manos y el rocío tibio de tu sexo
déjame acordar de tus muslos duros como el día y tu boca abierta como la noche

deja que te ame en el viento dulce y a través de las goteras del alma
deja que te arranque del olvido y te saque del río amargo del silencio

déjame seguir soñando en lo eterno
déjame encontrarte en la herida en que mana tu cuerpo
en mis labios de piedra saturados de cenizas

déjate existir un poco aquí donde no existes
aquí sólo un poco
en el hueco que te guardo en el fondo de mis huesos
en el agua congelada en el retorno de mis lamentos